19 de junio de 2013

171 | Conclusiones de un Viaje por el Mundo (II)

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Ese es otro de los días que se me quedará grabado en la mente para toda la vida. Me encontraba realmente mal en el momento en que cogí mi mochila a las 6 de la mañana, me despedí de Boris, mi compañero de habitación durante todo ese tiempo y subí al coche de Iskandar en dirección a Kuah, para coger el ferry que me llevaría a la costa tailandesa.

El malestar se me pasó rápido, en vistas de que estaba en otro país completamente nuevo, excitante y diferente. Me sentía libre. Estuve dos días cruzando Tailandia en tren de sur a norte hasta llegar a la ciudad de Chiang Mai, el lugar donde varios días después empezaría mi experiencia budista.

Aproveché para conocer personas nuevas en la guesthouse en la que estaba, alquilar motos para hacer excursiones y salir de fiesta otra vez, en vistas a que iba a pasar varios días encerrado sin poder hacer nada de nada. La semana se me pasó volando. Me encantaba la ciudad y me encantaba Tailandia.

El día indicado por el monje llamado Phra Chaibodin, con el que había hablado por teléfono, cogí todas mis cosas y me trasladé al centro de meditación de las afueras, llamado Wat Ram Poeng. Era un lugar impresionante lleno de monjes vestidos de naranja, que se paseaban entre los múltiples templos y jardines. Cuando llegué, mi idea era estar un mes entero, sin embargo Phra me dijo que mejor estuviese solo diez días si era la primera vez. Y suerte de esa recomendación... porque cada día tenía la apariencia temporal de un mes. No miento si digo que fueron los diez días más largos e intensos de toda mi vida. Oscuridad total y luz radiante a partes iguales. Podría extenderme escribiendo sobre ello páginas y páginas, sin embargo solo diré que aprendí de verdad lo que significa estar presente.    

Cuando salí vi la ciudad de Chiang Mai con otros ojos. Aún quedaba un mes para que Eishreth, la chica que había conocido en Langkawi, viniese a viajar unas semanas conmigo por el país, así que no sabía que hacer a continuación. Fueron días en los que sentí una apatía enorme, vagando por la ciudad sin hacer nada en especial ni conocer a nadie, hasta que por fin hice caso a otra de las señales y me trasladé a Tacomepai.

Tacomepai era una granja orgánica montada por un loco y genial tailandés llamado Sandot, donde se enseñaba permacultura. Jamás había imaginado que podía existir un lugar igual: tu llegabas, te instalabas en cualquier cabaña de bambú que estuviese libre y te podías quedar todo el tiempo que quisieras pagando 5 euros diarios por la comida y el alojamiento. Podías hacer lo que te diera la gana y estaba lleno de chicos y chicas de mi edad. Alguno llevaba varios meses allí viviendo. Sin duda, después de Langkawi y el templo budista, Tacomepai era el tercer paraíso que conocía durante mi viaje. 

Estuve cerca de un mes viviendo allí. Dormía en una cabaña de bambú situada encima de un lago en el que me bañaba cada mañana, luego trabajaba un rato durante el día construyendo otras cabañas o aprendiendo técnicas de permacultura y por las tardes con todos los amigos salíamos con las motos a descubrir el pueblo de Pai y sus alrededores. Uno de esos días conocí a uno de los tipos más curiosos con los que me he topado en la vida, Isaac Garuda. En solo una hora aprendí cosas que sirven para toda una vida. 

Al terminar ese espectacular mes en la granja volví a coger el tren en dirección Bangkok, para recoger a Eishreth, que ya llegaba. Al mismo tiempo también tuve el placer de conocer a Ángel Alegre, un Español que empezaba entonces su vuelta al mundo. Bangkok - Kanchanaburi - Chiang Mai - Pai fue el recorrido que hicimos durante esos veinte días, pasando momentos realmente increíbles en cada una de esas ciudades. Tailandia es sin duda un país especial.

Al no tener planes fijos, me adapté otra vez a las señales que me mandaba la vida. Y esa señal marcaba a continuación trasladarme a Omán, un país que ni siquiera sabía ubicar en el mapa y que nunca había tenido la menor intención de visitar. 

Así que, después de unos cuantos problemillas en el aeropuerto de Bangkok, estaba otra vez montado en un avión en dirección al desértico Oriente Medio.
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