Hoy os traigo una entrada invitada, escrita por un gran amigo con el que suelo conversar muy a menudo. No sabía de sus dotes de escritura -ni siquiera él mismo las sabía- hasta que me pasó este texto que, como veréis, escribió con el alma (o desde la consciencia, como prefieras). Espero que os guste tanto como a mí:
Estoy vivo.
Si alguna vez has llegado a esta evidente conclusión, quizá
sepas de qué voy a hablarte.
En los últimos meses he experimentado grandes cambios en mi
vida, sin que en realidad me haya sucedido nada demasiado anormal o relevante,
al menos según mi antiguo baremo de los acontecimientos. El gran cambio no ha
venido del exterior, sino de dentro, de mí, de mi mente.
Para ponerte en situación, hasta hace poco tiempo, solía
vivir mi vida sin detenerme a pensar en que realmente la estaba viviendo, me
conformaba con actuar según me pasaban cosas, la vida era una serie de
acontecimientos que me venían dados por azar, y mi trabajo consistía en evitar
posibles problemas, o solucionarlos si se daban, e intentar pasar algún buen
rato mientras tanto. Nunca me paré a pensar en la propia existencia en sí, en
la suerte de estar viviendo esa existencia, en la suerte de estar vivo, y en la
infinidad de posibilidades que el mundo tenía para ofrecerme.
Quiero hacer aquí una pequeña reflexión. ¿Alguna vez te has
detenido a pensar en la suerte que has tenido al nacer? Puede parecer una
tontería, pero para que tu nacieras, han tenido que darse millones de
acontecimientos a lo largo de la historia, que han tenido que ser así y de
ninguna otra manera, para que tu pudieras vivir lo que estás viviendo. Las
posibilidades de que tu nacieras, viéndolo si quieres desde un punto de vista
de probabilidades, eran infinitesimales hace tan solo, por poner un ejemplo,
200 años. Tu padre tuvo que juntarse con tu madre, a su vez tuvieron que
haberse juntado antes los padres de cada uno de ellos, a la vez los padres de
los padres de cada uno de ellos, y así sucesivamente. Incluso tuviste la suerte
o el acierto de ser el espermatozoide más rápido (¡enhorabuena!). Viéndolo
ahora desde esta perspectiva, ¿no crees que has tenido una gran suerte al
nacer? A esa conclusión llegue por lo menos yo, y decidí que debía aprovechar
la opción que se me había dado.
Entonces, pensé: ¿y que debo hacer para aprovecharla? O lo
que es lo mismo, ¿qué quiero hacer con mi vida, con el tiempo del que disponga?
Y la respuesta que me vino al instante fue: No lo sé. Y si soy sincero, sigo
sin saberlo. Pero si he decidido algo; haga lo que haga, decida lo que decida,
ahora sé que quiero ser feliz. Quiero creer que ese es el fin último de las
vidas, ser feliz, pero eh ahí la gran pregunta: ¿Qué quiero hacer para ser
feliz?
Me he dado cuenta de que gran parte de mi vida no estaba, o
está (todo cambio lleva su tiempo) siendo vivida para mí mismo. Fui al colegio
porque era “mi obligación”, lo decían mis padres, autoridad suprema para mí por
aquellos tiempos. Después de eso, me matriculé en la universidad, porque según
la sociedad, y otra vez mis padres, eso
es lo que te garantiza un futuro próspero, lo que evitará que tengas futuros
problemas. Y aquí estoy, estudiando Derecho, una carrera que realmente no me
apasiona, pero que se supone me va a asegurar no caer en la miseria. Así pues,
me pregunto, ¿cuántas de las cosas importantes que he hecho en mi vida han sido
decididas realmente por mí? ¿Y cuántas de ellas además no han sido basadas en
el miedo? Miedo a lo desconocido, miedo a no tener un colchón, algo que nunca
me fallará en caso de problemas, miedo a vivir la vida como realmente quiero
vivirla. Miedo al que va a pasar.
Ese cambio del que hablaba al principio, el que me ha hecho
preguntarme todas estas cosas, ha sido, en parte, darme cuenta de que mi vida
solo voy a vivirla yo. Mucha gente me acompañará en el camino, me influirá para
bien y para mal, pero al final, seré yo el que la viva, seré yo el que la
disfrute o padezca y seré yo el que mire atrás y sepa cómo ha sido todo el día
en que me toque marcharme. Entonces,
¿por qué no hacer lo que realmente quiero? Ahora me parece una completa
absurdidad.
He pensado también en que hasta hace poco, todos los días me
parecían iguales. No podía diferenciar el martes de una semana del jueves de la
pasada o de cualquier día del mes anterior. Pasaban cosas relativamente
diferentes, pero todo se englobaba dentro del mismo marco de rutina. Y lo que
hacía yo era como máximo quejarme por ello, lamentarme por mi situación en vez
de ponerle solución. No me sucedía nada malo, ni si quiera estaba triste
propiamente dicho, simplemente me encontraba enormemente vacio. Indiferente. Ahora pienso, o eso intento, que cada día es
una oportunidad, de hacer o aprender algo nuevo, de sentir algo diferente, de
volver a sentir algo bonito, de vivir. Porque ahora sé que estoy vivo. Antes,
obviamente, era consciente de que vivía, de que respiraba y actuaba, pero no
era consciente de mi suerte y posibilidades.
El tiempo pasa para
todos, la vida es corta, o eso me aseguran los que han vivido mucho más que yo,
y ha llegado el momento de aprovechar todos y cada uno de los momentos. No se
trata, al menos en mi caso, de vivir siempre intensa o alocadamente, de vivir
al límite que se diría, sino más bien de ser consciente. Que importante es eso
para mí. Ser consciente de las cosas te aporta una visión diferente de ellas.
Ser consciente de que estás vivo, de que solo vas a tener una vida, y de que
puedes vivirla de forma feliz si así lo decides, porque al final, todo nace de
ti. Al cambiar tu, todo cambia contigo, todo adquiere nuevos matices hasta
ahora desconocidos, y te das cuenta de que todo puede ser maravilloso.
Aún me encuentro muy perdido en esta nueva aventura, la de
conocerme a mí mismo y empezar a conocer de verdad el mundo que me rodea, pero
ahora, por fin, soy realmente consciente de que estoy vivo… ¡y qué bonito es!
Sicky Supertramp
Fantástico post Pablo.
ResponderEliminarFelicita a tu amigo de mi parte, se nota que esta carta esta escrita desde la total sinceridad, me he sentido totalmente identificado.
Realmente la vida es maravillosa, es un regalo que estamos obligados a disfrutar y ser conscientes de cada momento, ya que cada momento es único.
Un saludo!!
Hola Pablo, muy interesante la reflexión de tu amiga, a eso le llamo "etapa de despertar y primera toma de consciencia", me quedo con la siguiente frase: "El gran cambio no ha venido del exterior, sino de dentro, de mí, de mi mente", por ahí se empieza el verdadero cambio, lo demás es efímero.
ResponderEliminarUn abrazo, Germán.
Chapó por tu compañero, me ha encantado el lenguaje que ha usado, y como le han ido sucediendo las preguntas, el orden de cada una de ellas.
ResponderEliminarComparto la entrada. Un abrazo Pablo.
Gracias por compartir esto Pablo, me ha encantado, tu amigo me ha transmitido mucho.
ResponderEliminarCreo que lo mejor que te puedo decir es lo que pensaba mientras leía: "Qué interesante sería tener una conversación con él"
Un abrazo muy afectuoso.
¡Muchísimas gracias Marcos, Germán y David! Se lo comentaré a mi amigo, aunque seguramente lo verá el mismo y seguro que está muy agradecido por vuestros comentarios. Por mi parte me alegro mucho de que os haya gustado. Un abrazo grande! Nos vemos en la cafetería.
ResponderEliminar¡Muchas gracias Javi! Por supuesto, un día nos tenemos que ver todos y hablar un buen rato sobre estos temas, sería interesantísimo. Si pasas por Barcelona de casualidad no dejes de decirme algo. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias a Markos, Gerant, David y Javi por los comentarios, desde luego es todo un orgullo!Alegra saber que otra gente tiene reflexiones parecidas. Por supuesto muchas gracias a Pablo por dejarme aportar mínimamente en su blog, !Gracias amigo!
ResponderEliminarMe he sentido bastante identificado, solo que yo no recuerdo haber nacido, por lo cual... ¿Que posibilidades habia de que yo naciera? Ni puta idea, si ni siquiera se si he nacido, no recuerdo otra cosa que no sea estar vivo... Estoy vivo desde siempre y no puedo frenarlo.
ResponderEliminar¡Que grande Moisés! jajaja :)
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