27 de septiembre de 2011

102 | Éxito y Motivación. Parte 4

En los negocios nunca sabes si lo que estás haciendo es lo correcto o incorrecto. Por desgracia, en el momento en que sabes la respuesta, alguien ya te ha golpeado y te encuentras fuera, out. Solía decirme a mí mismo que estaba bien cometer pequeños errores, mientras nunca cometiese los grandes. Continuamente estaba buscando nuevas ideas. Leía todos los libros y revistas que podía. Eran 3 dólares por una revista, 20 dólares por un libro. Una buena idea que llevar a un cliente o una solución me podía servir muchas veces. Algunas de las ideas que leía eran buenas, otras no. Al leer tanto aprendí una valiosa lección.

Todo lo que leí era público. Cualquier persona podía comprar los mismos libros y revistas. La misma información estaba disponible para cualquiera que lo solicitara. Resulta que la mayoría de la gente no la quería.

Recuerdo haber estado con clientes o hablar con la gente de la industria y decir tal o cual cosa sobre el software o hardware. Características que funcionaban o fallos en el software por ejemplo. Todas las cosas que había leído. Yo esperaba que la respuesta fuera algo así como "Oh, sí, he leído eso en tal y tal." Eso no es lo que pasaba. No lo habían leído entonces, y no han empezado a leer todavía.

La mayoría de la gente no va a gastar de su tiempo para obtener una ventaja de conocimiento. Claro, había gente que trabajó duro en recoger cada pedacito de información que pudo, pero éramos pocos y distantes entre sí. A día de hoy, siento como que si dedicase suficiente tiempo consumiendo toda la información disponible, sobre todo en la red (que la ha hecho fácilmente accesible), podría obtener una ventaja en cualquier negocio tecnológico. Por supuesto, mi esposa odia que me pase leyendo más de 3 horas casi todos los días, pero me da un nivel de comodidad y confianza en mis negocios que si no, no tendría. Con MicroSolutions me dio una gran ventaja. Un tipo con poca formación en informática podía competir con chicos mucho más experimentados porque dediqué el tiempo para aprender todo lo que pude.

Aprendí de las revistas y libros, pero también aprendí de observar lo que algunas de las empresas punteras de tecnología de la época estaban haciendo. Es curioso cómo las empresas que yo pensaba que eran brillantes entonces, lo son todavía en la actualidad.

Cada semana una compañía llamada PC Limited utilizaba un anuncio de página completa en una revista semanal llamada PC Week. Se anunciaban periféricos de ordenador que la compañía vendía: Unidades de disco duro, memoria, unidades de disquete, tarjetas gráficas. Todo lo que se podría añadir a un ordenador estaba ahí. Lo que hizo el anuncio tan especial es que cada semana los precios bajaban. Si una unidad costaba 2.000 dólares la semana pasada, esta semana costaba $ 1.940. Por primera vez en cualquier sector que yo conocía, estábamos viendo cómo los vendedores pasaban en el ahorro de precios a los clientes.

Los anuncios de PC Limited se convirtieron en el "precio de mercado" para los periféricos. Miraba el anuncio cada semana. De hecho, me convertí en un cliente. Yo estaba en Dallas. Ellos estaban en Austin.

Recuerdo ir conduciendo hacia allí para ir a recoger unos discos duros que iba a poner en los ordenadores de los clientes. No tenía ni idea, pero resulta que el propietario se acababa de mudar de la habitación de su residencia a una pequeña oficina / almacén. Estaba tan impresionado por lo que hacía este chico tan joven (yo era un viejo y sabio de 25 en aquel momento), que le escribí una carta dándole las gracias por el gran trabajo que estaba haciendo, y ... me da vergüenza decirlo ahora, también le dije que si seguía haciendo lo que estaba haciendo estaba destinado a cosas mucho más grandes y mejores.

Seguí haciendo negocios con PCs Limited, y Michael Dell siguió haciendo lo que estaba haciendo. No creo que realmente necesitase mi apoyo, pero desde entonces sus anuncios semanales a página completa con los precios cada vez menores han cambiado la industria del PC y ese fue el primero de muchos movimientos de genio por su parte.

Michael no era el único chico inteligente esos días.

Uno de los rituales anuales de la industria informática era la feria Comdex en Las Vegas. Cada noviembre, eran los únicos tres días que podía salir y descansar de la oficina. Era un trabajo en sí mismo: visitar todos los stands de nuevas tecnologías, tratar de mejorar los precios de los proveedores, intentar averiguar dónde eran las mejores fiestas... Si te lo puedes creer, en aquellos días, la fiesta número uno era la fiesta de Microsoft. Yo vendía algunos productos de Microsoft, así que podía entrar.

Un año en concreto, estaba a punto de tener una noche memorable.  Había conocido a algunas mujeres muy, muy atractivas (te juro que lo eran). Les conseguí algunas entradas para venir conmigo a la gran fiesta. Todo era genial. Me estaba divirtiendo. Ellas se divertían. Y allí lo vimos: Bill Gates bailando como una exhalación. Soy un gran fan de Bill Gates, por eso no voy a describir su baile, pero sin duda se estaba divirtiendo.

En ese momento, Microsoft había salido a bolsa y Bill Gates era Bill Gates. Si tú estabas en el negocio seguro que lo conocías o sabías de él. Las chicas con las que yo estaba conocían el negocio. Fui a la barra un momento para pedir algunas bebidas para todos, y en cuanto volví ya no estaban allí. Al volver al día siguiente, me enteré que Bill me había robado a las chicas. Según supe más tarde en la vida, el dinero te hace muy guapo.

Bill también me enseñó unas cuantas cosas acerca de los negocios. La forma en que eliminó a IBM en su propio juego, vendiendo licencias de PC DOS a cualquier persona que lo quería. Lo que hizo Microsoft para sacar a  Lotus 1-2-3 y WordPerfect de sus tronos, fueron negocios en todo su esplendor.

En ese momento, el software era caro. WordPerfect y Lotus 1-2-3 se vendían ambos por $ 495 y sus editores estaban orgullosos de ello. Si uno quería vender Lotus 1-2-3, tenía que ir a un entrenamiento especial para ser autorizado. Ahora suena de locos tener que ir a una clase especial para poder vender una hoja de cálculo. WordPerfect no era tan malo, pero era muy particular. Mientras tanto, Microsoft estaba fuera mirando hacia arriba: Excel, Word y Powerpoint estaban muy abajo en la lista de los más vendidos hasta que cayó un rayo:

Microsoft decidió ir en contra de protocolo de la industria y ofreció un paquete con los tres programas como conjunto, anunciándolo como una actualización de productos de la competencia por el bajo precio de 99 dólares. Por supuesto, necesitabas tener y usar Windows para que funcionase, pero en ese momento en que la gente estaba comprando equipos nuevos con cada aumento espectacular en las prestaciones y los descuentos en el precio, fué un paso natural para nosotros en MicroSolutions vender el paquete. Esto hizo que el precio total del ordenador con su software a medida descendiera mucho. Nos encantó. También me enseñó varias lecciones importantes.

Siempre te preguntas cómo alguien puede adelantarse a tus productos o servicios. ¿Cómo pueden ponerse en la cima del negocio? ¿Es el precio? ¿Es el servicio? ¿Es la facilidad de uso? Ningún producto es perfecto y si hay buenos competidores en tu mercado, van a encontrar la manera de quitarte de enmedio. Siempre es mejor si eres honesto contigo mismo y anticipas los problemas que vendrán.

La segunda lección es que siempre lleves tu negocio como si fueras a competir con Microsoft. Quizá no sea tu competidor directo. Puede ser un proveedor. O puede ser un competidor directo y un proveedor. Cualquiera que sea tu negocio, si estás en el negocio de la tecnología, hay que anticipar que, de alguna manera, tendrás que competir con Microsoft en algún momento. Yo me pregunto cada semana lo que haría si ellos entrasen en mi negocio. Si estás preparado para competir con Microsoft, ya está listo para competir con todos.

Observar a los mejores me enseñó cómo manejar mis negocios. 

Y... ¿Ya está? ¿Eso es todo? ¿Qué pasa al final? ¿He esperado 4 entregas para esto?...mecaguen...

¡Tranquilos! He pensado que escribiré otra entrada con un trozo que falta y también explicando quién es nuestro protagonista para aquellos que no lo hayáis adivinado aún... que si no, se hacía muy larga la entrada. Así que a esperar otra semana más, que remedio. 

19 de septiembre de 2011

101 | Éxito y Motivación. Parte 3

Despedido. No es la primera vez que me pasaba, pero refuerza lo que ya sabía, soy un empleado malísimo. Sólo tenía que enfrentar los hechos y seguir adelante. Así que en lugar de volver a ese "¿cómo diablos voy a encontrar otro trabajo?", lo único que tenía que hacer era empezar mi propia empresa.

¿Mi primer paso para el negocio? Subir en el Toyota Celica de 1982 de mi amigo, apodado Celly, y conducir a Galveston para salir de fiesta. Por supuesto nos quedamos en el mejor motel de 19.95$ por noche, con conector de secador de pelo en la pared incluído. Sólo lo mejor, mientras me preparaba para mi viaje en territorios empresariales de nuevo. Podría decir que estaba preocupado por la manera de conseguir que mi nuevo negocio funcionara. Que mientras mis amigos se emborrachaban, hacían las cosas estúpidas típicas de turistas y comían comida grasienta, yo me sentaba junto a la piscina en una silla oxidada y escribía mi businessplan. No lo hice. Estuve tan borracho y comí la misma comida grasienta que ellos. Entonces nos enfrentamos al miedo del viaje por carretera que todo el mundo sabe que existe, pero se niega a admitirlo, la vuelta a la realidad. Hasta que no llegamos a casa no me di cuenta. No hay trabajo. No hay dinero. No hay manera de pagar las facturas. Aunque aún tenía las toallas suaves.

Afortunadamente, la resaca no duró mucho, y me di cuenta que tenía que levantar mi culo y hacer que las cosas sucedieran. Primer día, primera tarea, ponerle un nombre a la empresa. Era el comienzo de la revolución de las microcomputadoras, y yo quería un nombre que dijese lo que la compañía iba a hacer, que era vender ordenadores personales y software y ayudar a las empresas y a las personas a instalarlos. Así que después de luchar con diferentes nombres durante unos 30 minutos, decidí ponerle MicroSolutions Inc.

Ahora venía la parte difícil. Tuve que llamar a todas las personas con las que había hecho negocios con mi compañía en el pasado, y hacerles saber que yo había sido despedido y preguntarles si ellos vendrían a hacer negocios conmigo en MicroSolutions. Me esperaba las preguntas: No, yo no tenía oficina. No,  tampoco tenía teléfono a no ser que fuese mi teléfono de casa. Sí, era sólo yo. No, no tenía ningún inversor. La única pregunta que de verdad temía era que si yo tenía un ordenador para trabajar. No lo tenía. Afortunadamente, nadie la preguntó.

Hice un montón de llamadas, y tuve algún tipo de respuesta decente: Nos encanta como trabajas… queremos darte una oportunidad…. Tuve dos respuestas reales, una de una empresa llamada iluminación arquitectónica y el otro de una compañía llamada Hytec Data Systems.

Iluminación arquitectónica buscaba un sistema de contabilidad de la facturación que les permitiese realizar el seguimiento del trabajo con los clientes. No recuerdo el nombre del paquete de software del que les hablé, creo que fue Peachtree Accounting, pero después de ir a reunirme con ellos todo se redujo a esto. Me ofrecí a reembolsarles 100 dólares de su dinero si el software no les servía, y tampoco les cobraría por el tiempo de instalación y la ayuda. A cambio, ellos pondrían los 500 dólares se necesitarían para comprar el software de la editorial, y yo podría usarlos a ellos como referencia para otros clientes. Esta fue mi "trabajo sin dinero" para iniciar el negocio. Aceptaron. Ahora tenía un negocio.

En mi segunda llamada a Hytec Data, hablé con Martin Woodall. Me reuní con Martin un hermoso día de junio, recuerdo estar sentado allí y él me dijo: "Me gradué en Ciencias de la Computación en la Universidad de Virginia Occidental. Tengo 50.000 $ en el banco y un Cadillac nuevo. Sé más sobre tecnología que tú. Podemos trabajar juntos ". Tenía un cliente, y ahora con la ayuda de Martin, también tenía alguna esperanza.   Hytec Data vendía sistemas multi-usuario. Los entregaba con software de contabilidad y él y un contratista llamado Kevin, hacían modificaciones al código fuente del software en lenguaje de programación Cobol. Ellos eran los “frikis” que me podían ayudar cuando lo necesitase. Todavía hacía  sólo 10 meses desde mi introducción al mundo del PC, y no tenía ninguna idea acerca de los sistemas multi-usuario. Si me encontraba con proyectos que pudieran utilizar su software, tendría oportunidades y soporte. Eso era muy bueno.

Aún mejor fue la oferta de Martin sobre el espacio de oficina. Él y Kevin compartían el espacio de oficina con el distribuidor de los sistemas informáticos que vendían. Tenían una oficina que, cuando el hijo del CEO de los distribuidores no estuviera utilizando para el estudio del  español, yo podría utilizar para hacer llamadas y guardar mis carpetas y papeles. Todavía no tenía un ordenador, pero bueno, tenía una oficina y teléfono. La cosa tenía buena pinta...

En algún momento tuve que mirar en las libretas que tenía antes para recordar cuáles eran mis anteriores clientes. Eran pequeñas empresas que llegué a conocer muy bien. La gente me tomó bajo su protección y confió en mí, no porque yo fuese el más experto en informática, sino porque sabían que iba a hacer todo lo necesario para hacer bien mi trabajo. La gente confiaba en mí,  incluso me dejaban las llaves de sus oficinas. Sabían que me iban a encontrar allí cuando llegasen por la mañana y que yo estaría allí cuando se fueran. Gané 15.000 dólares el primer año. Me encantó cada minuto de él.

Conforme pasaba el tiempo, mi base de clientes crecía. Tenía a mi amigo y ex compañero de piso, Scott Susens, para ayudarme con las entregas. Scott trabajaba de camarero en un restaurante antes. Recuerdo cuando le preguntaba una y otra vez, le rogaba, que me ayudase. Tenía un cliente que me había comprado un montón de impresoras Epson, y tuve que convencer a Scott de que no sería difícil para él aprender cómo conectar un cable paralelo de un ordenador y una impresora, y aprender todo esto sería un progreso en su carrera en comparación con el trabajo en el asador. Por desgracia, no podía pagarle tanto como el restaurante de carnes. Mi suerte fue que Scott trabajaba por las noches y fines de semana y decidió tomarse un tiempo por las tardes para ayudarme. Poco tiempo después de aquello, ya trabajaba a tiempo completo conmigo instalando ordenadores.

Martin también empezó a jugar un papel cada vez más importante. Su empresa estaba creciendo, y veía como la mía crecía también. Yo me dedicaba a todo el tema informático y él a todo el sistema de contabilidad. Fue una buena división. La mayor parte de la relación se basaba en que Martin es la persona más perfeccionista que he conocido en mi vida. Mientras que yo cubría mis errores dedicando tiempo y esfuerzo en el problema, Martin era tan detallista, que tenía que asegurarse de que todo fuera perfecto para que los problemas nunca pudiesen suceder. Discutíamos hasta sacarnos de quicio. Él me explicaría una increíble cantidad de mierda sobre lo descuidado que era. Yo le explicaba la misma cantidad de mierda diciéndole que al ser tan detallista se estaba perdiendo grandes oportunidades. Nos complementábamos a la perfección. Sólo era cuestión de tiempo saber que teníamos que ser socios y trabajar juntos en lugar de por separado.

Ese primer año el negocio fue increíble. Recuerdo estar sentado en esa pequeña oficina hasta las 10 de la noche y aún en estado tan eufórico, que luego conducía a mi gimnasio y corría en la cinta de 8  a 15 kilómetros pensando en ese día y con el siguiente en mi cabeza. Otros días estaba tan involucrado en el aprendizaje de un nuevo paquete de software que se olvidaba de comer y miraba el reloj pensando que eran las 6 o 7 de la tarde y ver que se en realidad eran la 1 o 2 de la mañana. El tiempo pasaba volando.

Es una locura de todo lo que uno se acuerda. Recuerdo cuando las cuentas por cobrar subieron hasta 15.000$ y yo diciéndoselo a todos mis amigos. Recuerdo haber leído el manual de PC MS-DOS (realmente lo hice), y estar orgulloso por poder encontrar la manera de configurar los menús de inicio para mis clientes. Recuerdo haber ido a todas las tiendas al por menor en una sola ciudad, BusinessLand, NYNEX, ComputerLand, CompuShop, todas aquellas empresas que ahora ya no existen, y presentarme a cada vendedor que encontraba para intentar obtener pistas sobre los negocios. Llamaba a todas y cada una de las empresas grandes que no hubieran hecho negocios con pequeñas empresas, IBM, Wang, Dec, Xerox, Data General, DataPoint (¿las recuerdas?), fijando reuniones, pidiendo ir a sus oficinas, ya que no podía permitirme el lujo de llevarlos a comer. No necesitaba una gran cantidad de clientes, pero mi negocio creció y creció. No demasiado rápido, pero lo suficiente como para que por el momento MicroSolutions hubiese estado operativa alrededor de 2 años, yo tuviese 85.000$ en el banco, una recepcionista /secretaria, Scott que seguía ayudándome, y una oficina de 4 salas a la que me mudé con Martin y Hytec Data Systems.

Entonces aprendí una gran lección. Martin había hecho un gran trabajo con la creación de nuestro software de contabilidad y sistemas. Tenía los datos mensuales de pérdidas y ganancias. Tenía informes semanales de todo lo que entraba en la empresa y todo lo que salía, cuentas por pagar y cuentas por cobrar. Teníamos un proceso muy conservador en el que Martin revisaba las cuentas por pagar, las autorizaba y luego utilizaba el software para escribir los cheques. Después los ponía en una lista, los firmaba y se los daba a Renee, nuestra secretaria, para ponerlos en el sobre y enviárselo a nuestros proveedores.

Un día, Martin regresaba de Republic Bank, donde teníamos nuestras cuentas. Fué a realizar unas gestiones cuando una de las empleadas a la que veía cada día para comprobar nuestros depósitos le pidió que esperara un segundo. Ella volvió y le enseñó un cheque que tenía la parte del beneficiario en blanco y Renee Hardy, el nombre de nuestra secretaria, escrito sobre él. Resulta que durante una semana, nuestra secretaria había retirado con este truco 83.000$ de los 85.000 que teníamos en el banco. En cuanto Martin recibió la noticia se puso furioso. Yo estaba también furioso con Renee, estaba furioso con el banco, y estaba furioso conmigo mismo por haber dejado que esto sucediera. Recuerdo haber ido al banco con copias de los cheques, y el gerente del banco, básicamente se reía en su oficina diciéndome que no tenía nada que hacer. Que podía llevarla a juicio, o lo que quisiese, pero ya no volvería a tener el dinero.

Volví a la oficina, le dije a Martin lo que me habían dicho en el banco, y luego me di cuenta de lo que tenía que hacer. Tenía que volver al trabajo. Preocuparme por la venganza, seguir furioso con el banco, pensar todo el rato "voy a daros una patada en el culo" eran básicamente un desperdicio de energía. Nadie se va a hacer responsable de mis obligaciones, sólo yo. Tenía que poner el culo a trabajar, y hacerlo rápidamente. Eso es exactamente lo que hice.

12 de septiembre de 2011

100 | Éxito y Motivación. Parte 2

Solamente haré un pequeño apunte antes de empezar la segunda parte de este relato y es que ¡ésta es la entrada número 100 de Todosemprendemos! Bonita cifra, gracias a todos.

Dejo de aburriros y continuamos:

Así que mi carrera profesional en Dallas empieza. Ahora soy vendedor de software en “YourBusiness Software” en Dallas. 18.000$ al año. La primera tienda de software al por menor en Dallas.

Tengo que barrer el suelo y estar allí para abrir la tienda cada mañana, pero eso no es algo malo. Cuando les contaba a mis futuras ex-novias que vendía software y estaba en el negocio de los ordenadores, omitía la parte de barrer el suelo. Además, tengo que llevar  traje para trabajar y eso quedaba muy bien en los bares de comida rápida a los que iba al terminar el trabajo. Lo mejor de todo es que la tienda no abría hasta las 9:30 de la mañana, lo que significaba que si salía por la noche, al menos tenía un poco de tiempo para dormir.

Apuesto a que en este instante estás preguntándote cuál era mi objetivo, cuál era mi meta.  Era feliz de poder tener un buen trabajo. Era feliz por trabajar en una industria en la que podría desarrollar una gran carrera profesional. Con 24 años, estaba eufórico solamente por tener la oficina al lado del mejor sitio de comida rápida y porque por fin podía tener más de 20 dólares para gastar en una noche en la ciudad.

Ya que estoy hablando de fiesta, tengo que decir que mis amigos y yo éramos muy eficientes en esa área. Más allá de lo que gastábamos para vivir a base de la comida rápida y de los “happy hours”, acordamos que ninguno de nosotros podría llevar más de 20 dólares por noche durante el fin de semana. De esta manera todos podíamos seguir el mismo ritmo. Al menos esa era la estrategia, y lo fué hasta que nos dimos cuenta de la clave para tener una gran noche y encima barata. La clave era la compra de una botella de champán barato, realmente barato. Ni siquiera puede deletrear el nombre, pero era una botella llena y costaba 12 pavos. Quitaba la etiqueta de fuera y nadie sabía que era barato, pasaba a ser Dom Perignon. Cada uno de nosotros compraba una, y con ello disfrutábamos toda la noche. Era mucho más barato que comprar cervezas o cubatas durante toda la noche, y nunca tuvimos que pagar una bebida a una chica, ¡Sólo hacía falta darles un poco de champán! Por supuesto que al día siguiente era un infierno, pero... ¿Desde cuándo éramos lo suficientemente responsables para ocuparnos de la resaca?

Pero estoy divagando. Volvamos a hablar de negocios. Estaba tan entusiasmando como asustado con mi trabajo, tenía miedo. ¿Por qué? Porque nunca había trabajado con un ordenador de IBM en la vida. Ni una sola vez, y ahora tenía que vender software para ese tipo de ordenadores. Entonces, ¿Qué debía hacer? Hice lo que todo el mundo hace: racionalizar. Me dije que la gente que iba a llamar a la puerta sabrían tan poco como yo del tema, así que empecé a hacer lo que le dije a mi jefe en la entrevista que iba a hacer: leer los manuales, y así iría un paso por delante. Eso es exactamente lo que hice. Cada noche me llevaba a casa un manual de software diferente y lo leía. Por supuesto, la lectura era cautivante: Peachtree, SLP, DBase, Lotus, ACCPAC ...  no podía parar. Todas las noches le leía alguno después de llegar a casa, no importaba lo tarde que fuera.

Por supuesto que era más fácil durante los fines de semana. Después de beber el champán barato, no me levantaba de la cama hasta las 9 de la noche del día siguiente, así que tenía un montón de tiempo para tumbarme en el suelo y leer. Funcionó. Resulta que no mucha gente se molestaba en RTFM (Read the frikin’ manual/ Leer el maldito manual), por lo que la gente empezó a pensar realmente yo controlaba del tema. Así que poco a poco entraba más gente, ya que yo conocía a la perfección todos los paquetes de software que ofrecíamos y podía darles una comparación honrada, cosa que respetaban los clientes.

Al cabo de unos 6 meses, empezaba a construirme una importante clientela, ya que también había pasado tiempo con los ordenadores de la tienda para aprender a instalar, configurar y ejecutar el software, y empecé a tener clientes que me pedían que instalara el software en sus propias oficinas. En esos casos cobraba un suelo adicional por ser consultor: 25 dólares la hora, separado de lo que cobraba en la tienda. Eso se convirtió en un par de cientos de dólares extra por mes y cada vez iba a más. Estaba ahorrando, tanto que me pude mover del hotel (era así como llamábamos nuestra casa), donde 6 de nosotros vivíamos, a un apartamento de 3 dormitorios en la calle de enfrente, donde sólo éramos 3. ¡Por fin, mi propia habitación!

Estaba ganando dinero como consultor. Empezaba a tener referencias. Pasaba rato hablando por teléfono con empresas para obtener nuevos negocios. Incluso llegué a un acuerdo con un consultor local que me pagó por conseguirle contactos, lo que me llevó a obtener un cheque de $ 1500. Fue la primera vez en mi vida adulta que fui capaz de tener más de 1.000 dólares en el banco.

Ese fue un momento especial, lo creas o no, y ¿Qué podía hacer para celebrarlo? No...  no compré mejor champagne jeje. Tenía en casa esas toallas raídas con agujeros que eran tan desagradables y asquerosas que necesitaba una ducha  después de secarme tras una ducha... así que salí a comprar 6 de las más mullidas y elegantes toallas que pude encontrar. Estaba en la cima del mundo. Tenía las toallas. La vida era genial. El negocio iba bien y cada vez mejor para mí. Estaba construyendo mi base de clientes, empezando a comprender toda la tecnología, y me estaba estableciendo como alguien que entendía el software. Más importante aún, me di cuenta que me encantaba trabajar con ordenadores.  Nunca lo había hecho antes. No sabía si éste iba a ser un trabajo que encajara conmigo o que incluso me gustase y resulta que tuve suerte. Me encantaba lo que estaba haciendo. Me iba tan bien que incluso salía menos de fiesta... entre semana.

Entonces un día, cuando llevaba unos 9 meses en mi carrera como vendedor/consultor, un cliente me preguntó si podía ir a su oficina para cerrar un trato a las 9 de la mañana. Por mí no había problema, el problema era con mi jefe, Michael Humecki. Michael no quería que fuera. Tenía que abrir la tienda. Ese era mi trabajo. Estábamos en una tienda, no en una consultora. En ese momento sonó estúpido para mí, sobretodo porque el día anterior había estado visitando clientes. Supongo que Michael pensó que yo estaba tomando el almuerzo.

Momento de tomar una decisión. Siempre las pequeñas decisiones son las que tienen el mayor impacto. Todos tenemos esos momentos en que tienes que decidir qué hacer, si seguir las órdenes o hacer lo que sabes que es correcto. Seguí mi primer instinto: cerrar la venta. Supongo que podría haber reprogramado la cita, pero pensé: nunca des la espalda a un acuerdo cerrado. Así que llamé a uno de mis compañeros de trabajo para abrir la tienda por la mañana y así yo pude cerrar el trato. Al día siguiente llegué con el cheque en la mano del nuevo cliente y Michael me despidió.

5 de septiembre de 2011

99 | Éxito y Motivación. Parte 1

¡Estamos de vuelta! 

Espero que hayáis descansado y que volváis -todos los que volvéis al trabajo- con la motivación y las ganas por las nubes. Sea así o no, he preparado una gran historia, dividida en cuatro partes. Cada  lunes saldrá una nueva entrega, como si esto fuera un kiosko, hasta completar las cuatro. En la última diré quién es el protagonista.

Coged palomitas, que empezamos:

Yo también lo hacía. Pasaba al lado de una gran mansión y me preguntaba quién vivía allí. ¿Qué ha hecho esta gente para ganarse la vida? ¿Cómo han ganado todo ese dinero? Algún día, me decía a mí mismo, me gustaría vivir en una casa así. Cada fin de semana lo hacía.

He leído libros acerca de las personas de éxito. De hecho, leía todos los libros o revistas que caían en mis manos. Me decía a mí mismo: Una buena idea puede estar en este libro y puede ser la diferencia entre conseguirlo o no.

He trabajado puestos de trabajo que no me gustaban. He trabajado puestos de trabajo que me encantaban, pero en los que no tenía ninguna posibilidad de hacer carrera. He trabajado en puestos de trabajo con los que apenas podía pagar el alquiler. Tenía tantos puestos de trabajo que mis padres se preguntaban si algún día tendría estabilidad... La mayoría de ellos no están en mi Currículum porque los tenía tan poco tiempo o son tan estúpidos que me daba vergüenza ponerlos. No quiero escribir sobre la venta de leche en polvo o la venta de franquicias de tiendas de reparación de televisores. En cada puesto de trabajo, tanto si lo odiaba como si lo amaba, mi mente lo justificaba pensando en que me pagaban por aprender y que cada experiencia sería de valor cuando supiera qué era exactamente lo que quería hacer cuando fuera mayor. 

Si alguna vez me hiciese mayor, esperaba montar mi propio negocio. Eso es exactamente lo que me decía a mí mismo todos los días. En realidad, tenía muchas más dudas que confianza, pero esperaba que la confianza ganara a la duda y todo saliese bien.

Recuerdo tener 24 años de edad, viviendo en Dallas en un apartamento de 3 dormitorios con 5 amigos. La verdad es que no era un lugar muy bonito que digamos, nadie se pegaba por vivir ahí. Ahora ya no existe, fue derribado. Yo no tenía mi propia habitación: dormía en el sofá o el suelo en función de a qué hora llegase a casa. Tampoco tenía armario, en lugar de eso había un montón de ropa en el suelo que todo el mundo sabía que era la mía. Mi coche tenía el agujero habitual en el suelo, un FIAT  X1/9 del 77 que consumía más que el litro de gasolina que me podía permitir todas las semanas.

Para empeorar las cosas, me alimentaba a base de comida rápida en la “happy hour food” (N del T: durante un determinado periodo de tiempo ciertas bebidas o platos cuestan menos dinero de lo habitual), y en el menú entraban dos cervezas, así que estaba subiendo de peso como un cerdo. Mi confianza no estaba en su punto más alto. Me estaba divirtiendo, no me malinterpretéis. Realmente lo pasaba bien: grandes amigos, la gran ciudad, mucha energía, chicas guapas... Ok, las chicas guapas no tenía ningún interés en mi culo gordo y que seguía creciendo, pero esa es otra historia...

Estaba decidido y motivado a hacer algo que amara. Lo que pasa es que no estaba seguro de lo que era. Hice una lista de todos los diferentes puestos de trabajo que me gustaría hacer (todavía la tengo). El problema es que no estaba calificado para ninguno de ellos. Pero tenía que seguir pagando las facturas.

Finalmente conseguí un trabajo como camarero en un club de noche. Un comienzo, pero no fue una carrera, tuve que seguir buscando durante el día.

Una semana más tarde contesté un anuncio que había en el periódico en el que buscaban a alguien que vendiera software para PC en la primera tienda que empezó a vender software al por menor en Dallas. El anuncio fue colocado en realidad por una agencia de empleo de esas que ganan por llevar los candidatos a la empresa, así que le di una oportunidad.

Puse mi “cara de entrevista de trabajo”, y por supuesto mi traje para entrevistas, que acaba de pasar a ser uno de mis dos trajes de poliéster que había comprado para el total general de 99 dólares. Rayas grises. Azul a rayas. No importaba si llovía, las gotas simplemente rodaban por el traje. Podía arrugarlos, se volvían a quedar como estaban. Poliéster, el tejido milagroso.

Me gustaría poder decir que el traje azul y mis habilidades de entrevista en la agencia de empleo impresionaron lo suficiente como para pasar a la entrevista con la tienda de software. En realidad, no muchos habían solicitado para el trabajo y la agencia quería cobrar la comisión, por tanto habrían enviado a cualquiera a la siguiente entrevista. No me importaba.

Me puse el traje gris para mi entrevista en la empresa de software. Estaba entusiasmado. Era mi oportunidad para entrar en el negocio de las computadoras, ¡una de las industrias que había puesto en mi lista!

Recuerdo bien la entrevista. Michael Humecki –el presidente- y Doug (no recuerdo su apellido) -su socio- me entrevistaron doblemente. Michael habló la mayor parte del tiempo al principio. Me preguntó si yo había utilizado el software de PC antes. Mi experiencia total con ordenadores en aquel momento  se remontaba a un ya olvidado TI/99A que me había costado 79 dólares. Lo usé para intentar aprender por mí mismo el lenguaje de programación Basic mientras me recuperaba de la resaca durmiendo en el suelo durante las horas en las que mis compañeros estaban en el trabajo. Los entrevistadores no estaban muy impresionados.

Estaba tratando de aplicar todos los trucos de entrevistas personales que conocía. Solté el discurso acerca de cómo yo era un buen vendedor, ya sabes, la parte de la entrevista en la que estás básicamente implorando un puesto de trabajo, con el uso de frases clave como "me preocupo por el cliente", "me comprometo a trabajar muy, muy duro "y" voy a hacer todo lo necesario para tener éxito”. Desafortunadamente, recibí la mirada “tal vez… si nadie más viene a por el trabajo…” de Michael.

Finalmente, Doug habló. Me preguntó: "¿Qué harías si un cliente tiene una pregunta acerca de un paquete de software y tú no sabes la respuesta?". Todas las posibles respuestas se agolpaban en mi mente. Me tuve que preguntar si esto era el "test de honestidad”, ya sabes, aquel que utilizan para saber si admites algo de lo que no tienes ni idea. ¿Es una pregunta trampa sobre tecnología de la que todo el mundo sabe la respuesta menos yo? Después de quién sabe cuánto tiempo, respondí: " Lo buscaría en el manual y encontraría la respuesta para ellos." Ding, ding, ding ... a Doug le encantó esa respuesta.

Michael no estaba tan convencido, pero luego me hizo la pregunta que tanto deseaba escuchar: “Si te contratamos, ¿Estarías dispuesto a no volver a la agencia para que no tengamos que pagarles su comisión?” Estaba dentro.

¿Qué quiere decir todo esto? Nada todavía, sólo ha sido divertido contarlo. Tendréis que esperar hasta la segunda parte si os interesa. 
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