19 de septiembre de 2011

101 | Éxito y Motivación. Parte 3

Despedido. No es la primera vez que me pasaba, pero refuerza lo que ya sabía, soy un empleado malísimo. Sólo tenía que enfrentar los hechos y seguir adelante. Así que en lugar de volver a ese "¿cómo diablos voy a encontrar otro trabajo?", lo único que tenía que hacer era empezar mi propia empresa.

¿Mi primer paso para el negocio? Subir en el Toyota Celica de 1982 de mi amigo, apodado Celly, y conducir a Galveston para salir de fiesta. Por supuesto nos quedamos en el mejor motel de 19.95$ por noche, con conector de secador de pelo en la pared incluído. Sólo lo mejor, mientras me preparaba para mi viaje en territorios empresariales de nuevo. Podría decir que estaba preocupado por la manera de conseguir que mi nuevo negocio funcionara. Que mientras mis amigos se emborrachaban, hacían las cosas estúpidas típicas de turistas y comían comida grasienta, yo me sentaba junto a la piscina en una silla oxidada y escribía mi businessplan. No lo hice. Estuve tan borracho y comí la misma comida grasienta que ellos. Entonces nos enfrentamos al miedo del viaje por carretera que todo el mundo sabe que existe, pero se niega a admitirlo, la vuelta a la realidad. Hasta que no llegamos a casa no me di cuenta. No hay trabajo. No hay dinero. No hay manera de pagar las facturas. Aunque aún tenía las toallas suaves.

Afortunadamente, la resaca no duró mucho, y me di cuenta que tenía que levantar mi culo y hacer que las cosas sucedieran. Primer día, primera tarea, ponerle un nombre a la empresa. Era el comienzo de la revolución de las microcomputadoras, y yo quería un nombre que dijese lo que la compañía iba a hacer, que era vender ordenadores personales y software y ayudar a las empresas y a las personas a instalarlos. Así que después de luchar con diferentes nombres durante unos 30 minutos, decidí ponerle MicroSolutions Inc.

Ahora venía la parte difícil. Tuve que llamar a todas las personas con las que había hecho negocios con mi compañía en el pasado, y hacerles saber que yo había sido despedido y preguntarles si ellos vendrían a hacer negocios conmigo en MicroSolutions. Me esperaba las preguntas: No, yo no tenía oficina. No,  tampoco tenía teléfono a no ser que fuese mi teléfono de casa. Sí, era sólo yo. No, no tenía ningún inversor. La única pregunta que de verdad temía era que si yo tenía un ordenador para trabajar. No lo tenía. Afortunadamente, nadie la preguntó.

Hice un montón de llamadas, y tuve algún tipo de respuesta decente: Nos encanta como trabajas… queremos darte una oportunidad…. Tuve dos respuestas reales, una de una empresa llamada iluminación arquitectónica y el otro de una compañía llamada Hytec Data Systems.

Iluminación arquitectónica buscaba un sistema de contabilidad de la facturación que les permitiese realizar el seguimiento del trabajo con los clientes. No recuerdo el nombre del paquete de software del que les hablé, creo que fue Peachtree Accounting, pero después de ir a reunirme con ellos todo se redujo a esto. Me ofrecí a reembolsarles 100 dólares de su dinero si el software no les servía, y tampoco les cobraría por el tiempo de instalación y la ayuda. A cambio, ellos pondrían los 500 dólares se necesitarían para comprar el software de la editorial, y yo podría usarlos a ellos como referencia para otros clientes. Esta fue mi "trabajo sin dinero" para iniciar el negocio. Aceptaron. Ahora tenía un negocio.

En mi segunda llamada a Hytec Data, hablé con Martin Woodall. Me reuní con Martin un hermoso día de junio, recuerdo estar sentado allí y él me dijo: "Me gradué en Ciencias de la Computación en la Universidad de Virginia Occidental. Tengo 50.000 $ en el banco y un Cadillac nuevo. Sé más sobre tecnología que tú. Podemos trabajar juntos ". Tenía un cliente, y ahora con la ayuda de Martin, también tenía alguna esperanza.   Hytec Data vendía sistemas multi-usuario. Los entregaba con software de contabilidad y él y un contratista llamado Kevin, hacían modificaciones al código fuente del software en lenguaje de programación Cobol. Ellos eran los “frikis” que me podían ayudar cuando lo necesitase. Todavía hacía  sólo 10 meses desde mi introducción al mundo del PC, y no tenía ninguna idea acerca de los sistemas multi-usuario. Si me encontraba con proyectos que pudieran utilizar su software, tendría oportunidades y soporte. Eso era muy bueno.

Aún mejor fue la oferta de Martin sobre el espacio de oficina. Él y Kevin compartían el espacio de oficina con el distribuidor de los sistemas informáticos que vendían. Tenían una oficina que, cuando el hijo del CEO de los distribuidores no estuviera utilizando para el estudio del  español, yo podría utilizar para hacer llamadas y guardar mis carpetas y papeles. Todavía no tenía un ordenador, pero bueno, tenía una oficina y teléfono. La cosa tenía buena pinta...

En algún momento tuve que mirar en las libretas que tenía antes para recordar cuáles eran mis anteriores clientes. Eran pequeñas empresas que llegué a conocer muy bien. La gente me tomó bajo su protección y confió en mí, no porque yo fuese el más experto en informática, sino porque sabían que iba a hacer todo lo necesario para hacer bien mi trabajo. La gente confiaba en mí,  incluso me dejaban las llaves de sus oficinas. Sabían que me iban a encontrar allí cuando llegasen por la mañana y que yo estaría allí cuando se fueran. Gané 15.000 dólares el primer año. Me encantó cada minuto de él.

Conforme pasaba el tiempo, mi base de clientes crecía. Tenía a mi amigo y ex compañero de piso, Scott Susens, para ayudarme con las entregas. Scott trabajaba de camarero en un restaurante antes. Recuerdo cuando le preguntaba una y otra vez, le rogaba, que me ayudase. Tenía un cliente que me había comprado un montón de impresoras Epson, y tuve que convencer a Scott de que no sería difícil para él aprender cómo conectar un cable paralelo de un ordenador y una impresora, y aprender todo esto sería un progreso en su carrera en comparación con el trabajo en el asador. Por desgracia, no podía pagarle tanto como el restaurante de carnes. Mi suerte fue que Scott trabajaba por las noches y fines de semana y decidió tomarse un tiempo por las tardes para ayudarme. Poco tiempo después de aquello, ya trabajaba a tiempo completo conmigo instalando ordenadores.

Martin también empezó a jugar un papel cada vez más importante. Su empresa estaba creciendo, y veía como la mía crecía también. Yo me dedicaba a todo el tema informático y él a todo el sistema de contabilidad. Fue una buena división. La mayor parte de la relación se basaba en que Martin es la persona más perfeccionista que he conocido en mi vida. Mientras que yo cubría mis errores dedicando tiempo y esfuerzo en el problema, Martin era tan detallista, que tenía que asegurarse de que todo fuera perfecto para que los problemas nunca pudiesen suceder. Discutíamos hasta sacarnos de quicio. Él me explicaría una increíble cantidad de mierda sobre lo descuidado que era. Yo le explicaba la misma cantidad de mierda diciéndole que al ser tan detallista se estaba perdiendo grandes oportunidades. Nos complementábamos a la perfección. Sólo era cuestión de tiempo saber que teníamos que ser socios y trabajar juntos en lugar de por separado.

Ese primer año el negocio fue increíble. Recuerdo estar sentado en esa pequeña oficina hasta las 10 de la noche y aún en estado tan eufórico, que luego conducía a mi gimnasio y corría en la cinta de 8  a 15 kilómetros pensando en ese día y con el siguiente en mi cabeza. Otros días estaba tan involucrado en el aprendizaje de un nuevo paquete de software que se olvidaba de comer y miraba el reloj pensando que eran las 6 o 7 de la tarde y ver que se en realidad eran la 1 o 2 de la mañana. El tiempo pasaba volando.

Es una locura de todo lo que uno se acuerda. Recuerdo cuando las cuentas por cobrar subieron hasta 15.000$ y yo diciéndoselo a todos mis amigos. Recuerdo haber leído el manual de PC MS-DOS (realmente lo hice), y estar orgulloso por poder encontrar la manera de configurar los menús de inicio para mis clientes. Recuerdo haber ido a todas las tiendas al por menor en una sola ciudad, BusinessLand, NYNEX, ComputerLand, CompuShop, todas aquellas empresas que ahora ya no existen, y presentarme a cada vendedor que encontraba para intentar obtener pistas sobre los negocios. Llamaba a todas y cada una de las empresas grandes que no hubieran hecho negocios con pequeñas empresas, IBM, Wang, Dec, Xerox, Data General, DataPoint (¿las recuerdas?), fijando reuniones, pidiendo ir a sus oficinas, ya que no podía permitirme el lujo de llevarlos a comer. No necesitaba una gran cantidad de clientes, pero mi negocio creció y creció. No demasiado rápido, pero lo suficiente como para que por el momento MicroSolutions hubiese estado operativa alrededor de 2 años, yo tuviese 85.000$ en el banco, una recepcionista /secretaria, Scott que seguía ayudándome, y una oficina de 4 salas a la que me mudé con Martin y Hytec Data Systems.

Entonces aprendí una gran lección. Martin había hecho un gran trabajo con la creación de nuestro software de contabilidad y sistemas. Tenía los datos mensuales de pérdidas y ganancias. Tenía informes semanales de todo lo que entraba en la empresa y todo lo que salía, cuentas por pagar y cuentas por cobrar. Teníamos un proceso muy conservador en el que Martin revisaba las cuentas por pagar, las autorizaba y luego utilizaba el software para escribir los cheques. Después los ponía en una lista, los firmaba y se los daba a Renee, nuestra secretaria, para ponerlos en el sobre y enviárselo a nuestros proveedores.

Un día, Martin regresaba de Republic Bank, donde teníamos nuestras cuentas. Fué a realizar unas gestiones cuando una de las empleadas a la que veía cada día para comprobar nuestros depósitos le pidió que esperara un segundo. Ella volvió y le enseñó un cheque que tenía la parte del beneficiario en blanco y Renee Hardy, el nombre de nuestra secretaria, escrito sobre él. Resulta que durante una semana, nuestra secretaria había retirado con este truco 83.000$ de los 85.000 que teníamos en el banco. En cuanto Martin recibió la noticia se puso furioso. Yo estaba también furioso con Renee, estaba furioso con el banco, y estaba furioso conmigo mismo por haber dejado que esto sucediera. Recuerdo haber ido al banco con copias de los cheques, y el gerente del banco, básicamente se reía en su oficina diciéndome que no tenía nada que hacer. Que podía llevarla a juicio, o lo que quisiese, pero ya no volvería a tener el dinero.

Volví a la oficina, le dije a Martin lo que me habían dicho en el banco, y luego me di cuenta de lo que tenía que hacer. Tenía que volver al trabajo. Preocuparme por la venganza, seguir furioso con el banco, pensar todo el rato "voy a daros una patada en el culo" eran básicamente un desperdicio de energía. Nadie se va a hacer responsable de mis obligaciones, sólo yo. Tenía que poner el culo a trabajar, y hacerlo rápidamente. Eso es exactamente lo que hice.

4 comentarios:

  1. Ahora espero la parte 4 como algo necesario para vivir, jeje. La verdad que la historia tiene mucho aprendizaje, mira cuanto sacrificio, cuantas ideas, horas invertidas y por no estar atentos, se quedaron sin su dinero de la manera más tonta pero él en vez de quedarse en los lamentos ya se puso en acción para recuperarse.
    Un abrazo Pablo.

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  2. Gracias Germán, es una historia genial, de ahí el título que tiene jeje. La verdad es que sorprende lo que hace al final, cualquiera se hubiese metido en juicios y toda clase de cosas en vez de volver al trabajo. Veremos como continúa!
    Un abrazo

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  3. La verdad es que está super-interesante la historia, Pablo. Tengo ganas de saber de qué personaje se trata!

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  4. Gracias Juan!
    La verdad es que no es un personaje muy conocido aquí en España, pero su historia es genial.
    Un abrazo!

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